¡Te pasa algo?...Nada!
-¿te pasa algo?
-no, nada.
-bueno
-claro, ¡nunca te das cuenta de nada!
¡Nada!…no siempre significa nada, el modo que acompaña a las
verbalizaciones dicen mucho más que el mensaje contenido en las palabras.
Seguramente todos sabemos que una buena comunicación es
necesaria para vincularse con los demás en el transcurso de nuestra vida, pero
saberlo no quiere decir que le demos el valor que en realidad merece. Muchos de
los casos que llegan a consulta son por angustia, inseguridad, miedos,
rencores, etc, pero en su gran mayoría tienen una raíz en común, la mala
comunicación. Evidentemente no existe una buena y una mala comunicación en su
esencia, existe la comunicación que cumple con su propósito, comunicar,
unir, conectar, transmitir, facilitar la empatía y existe la comunicación
manipuladora, indirecta, ambigua y muchas veces paradójica.
-qué bueno poder compartir tiempo ¿cenamos juntos?
-no, voy a salir con amigos ¿te enojas?
-no para nada, vos sabrás…
Claramente nuestra comunicación no es lineal, clara y
directa en su totalidad. Hablamos cosas que no son del todo ciertas, a veces
decimos lo contrario a lo que queremos comunicar y por si fuera poco, nos
enojamos cuando el otro no logra descifrar los mensajes codificados que
emitimos cargados de emociones. La relación que mantenemos con los demás está
determinada en gran medida por la forma en que nos comunicamos, mejorar la
comunicación sin lugar a dudas mejorará la vinculación.
El ejemplo anteriormente mencionado podría escapar a la
comunicación confusa, cobrando congruencia entre lo dicho y la intención
implícita. Sería algo como:
-qué bueno poder compartir tiempo ¿cenamos juntos?
-no, voy a salir con amigos ¿te enojas?
-un poco sí, me gustaría que te quedes con nosotros, ya
tendrás tiempo para tus amigos, pero eres libre de decidir.
Cuanto más concretos, directos y claros seamos en lo que
queremos transmitir, menos espacio dejaremos a la ambigüedad y mayor
calidad comunicativa tendremos con los demás.
Paul Watzlawick, teórico y psicólogo Austríaco plantea algunos
axiomas importantes que pueden servir de gran ayuda para mejorar la calidad en
la cual nos comunicamos.
- Es
imposible no comunicar, aun nuestro silencio comunica, aquello que no digo
también trasmite un mensaje
- La
comunicación no es solo lo que digo, también es sumamente importante el
cómo lo digo. La ironía es un mensaje que se basa en el cómo y no en el
que digo, transmitiendo el verdadero mensaje a través de la
entonación y los gestos.
- La
comunicación debe tener un emisor y un receptor, el proceso comunicativo
es un sistema de retroalimentación, si el otro no está pronto para
escucharme y entender lo que tengo para decir, quizás es mejor buscar un
mejor momento.
- Lo
que decimos se puede visualizar desde el contenido, comprensible, directo
y también desde lo que realmente queremos transmitir, la intención o el
trasfondo que esconden nuestras palabras.
La comunicación eficiente puede ahorrarnos muchos momentos
incómodos, sobre todo al momento de discutir, momento en el que terminamos
diciendo cosas que no queríamos decir, hiriendo y lastimando. La finalidad de
toda discusión es exponer nuestra perspectiva y tratar de que el otro logre
pensar en cómo nos sentimos; cuando la discusión se aleja de su función, cuando
las emociones nos hacen reaccionar de forma eruptiva perdemos de vista la
finalidad y solo pensamos en sostener nuestra razón pese a que alguien salga
emocionalmente lastimado. A veces tomar un respiro, aclarar nuestros
pensamientos y apaciguar nuestras emociones puede ser un buen ejercicio antes
de discutir algún tema conflictivo.
Si queremos ser entendidos, seamos claros.
Me encanto
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